Mis hijos me "obsequian" a menudo con esta frase: -"Mamá, tú vives en Los mundos de Yupi" (en referencia a una serie infantil de cuando ellos eran pequeños).
Quieren decirme con eso que no vivo en el mundo real, donde a veces la gente mata, engaña, roba, se droga, no cumple con sus obligaciones... creen que para mí todo el mundo es bueno.
En esos momentos yo pienso: "Pobres, no saben todo lo que yo ya llevo vivido a mis espaldas: en los mundos de Yupi viven ellos".
Anoche, literalmente, comprendí que mis hijos tenían razón. A raíz de esta noticia, me sentí una verdadera ilusa viviendo en el mundo de la fantasía. Hemos trabajado mucho en clase con la película "El sueño de Iván", hemos puesto muchas ilusiones en esa noche de Elche porque era muy posible que al día siguiente algún actor se acercara a visitarnos a nuestra clase. Entonces la escuela pública saldría a la palestra, en el buen sentido, en reconocimiento a un trabajo bien hecho, no para ser denostada, como siempre.
Pero claro, yo no tuve en cuenta que estamos en crisis, que vivo en la comunidad valenciana, y que aquí la crisis se paga así, matando las ilusiones de la gente trabajadora para que la otra gente siga engrosando sus cuentas bancarias.
Y tuve un bajón de los buenos, la verdad. ¿Para qué tanto trabajo, esfuerzo, horas trabajadas fuera del horario escolar, si a nadie le importa nada y se lo cargan todo de un plumazo?
Yo ya sé la respuesta: por convicciones, por honradez profesional, por ideales, por socialismo, por democracia, por respeto a los niños y a sus padres, para que los primeros tengan de mayores los ojos bien abiertos antes cosas como las que acaban de pasar en Elche.
Esta mañana ante mi honda decepción, la que desde ahora llamaremos doctora Livingstone, dado que va abriéndose paso a machetazo limpio en esta jungla que habitamos (vamos a ir dejando el nombre de doña Díriga para Los mundos de Yupi), me decía por teléfono que debemos ser alternativas. Si los de las altas esferas no están a la altura de sus responsabilidades, nosotras armaremos actividades alternativas que terminen haciendo tanto ruido como las oficiales.
¿Qué queréis que os diga? Que en este momento eso me agobia más que otra cosa. Sé que tiene razón, que es lo correcto no rendirse y seguir abriendo camino entre la maleza y a pesar de los mosquitos, pero, doctora Livingstone, hoy me quedo, no viendo una película de las de llorar, que según usted tan buena terapia hacen, sino con un buen libro en las manos, como siempre que las tribulaciones de la vida me superan.
Volveremos a la jungla, esté usted segura, porque una trabaja con esos seres incontaminados y a prueba de cualquier plaga que son los niños, y una inocentemente quiere creer que ése es el verdadero mundo, aunque mis hijos se empeñen en recordarme que no. Pero yo no dejo de saber que la selva acecha desde fuera y que gana terreno si una no espabila, y sobre todo pienso que no estoy sola, que tengo 21 personas que defender.
De todas formas, gracias, amiga, y si no en otra movida, nos vemos en la III Noche de Cine y Educación, allá en la jungla de asfalto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario