"Todo tiene una primera vez". He aquí una frase que cae por su propio peso.
"Algunas cosas tienen una segunda vez". Esto ya no es de lógica, es de probabilidad, y a veces, escasa.
En mi trayectoria como maestra he vivido muchas primeras veces, afortunadamente. Trabajar con niños/as te procura un acercamiento a esa mirada limpia que lo ve todo por primera vez. Se llama, creo, la pedagogía del asombro y es el motor de la motivación.
Yo no lo sabía, pero buscaba eso cuando me hice maestra: la mirada virgen ante la vida que tienen los niños, el admirarse ante lo que es pero podría haber sido de otra manera, el enfoque creativo.
Nunca me ha defraudado mi profesión, ahora sé que no podría haber trabajado satisfactoriamente en otra cosa.
Pero...
Recientemente he comprobado que las segundas partes, quiero decir veces, también son extraordinarias como enseñanzas de vida que recibo de mi alumnado.
Hace dos cursos tuve una promoción difícil, pero de las que dejan huella, si es que alguna no la deja...
Pues bien, he necesitado volver a contactar con ellos. Teníamos que cumplir un encargo que se nos había encomendado. Las familias nos han servido otra vez como puente de enlace. A través de ellas, que llevan a otros hijos al colegio, cité al que para mí era el cabecilla del grupo. Acudió en el mismo día. Esa fue la primera sorpresa; cuando era mi alumno había que pedirle las cosas varias veces.
Le planteé lo que se necesitaba de nosotros, de los Blogmaníacos de la segunda generación. Asumió el liderazgo inmediatamente: -"Déjamelo a mí, Conchita, que yo me encargo de contactar con todos y explicarles la situación".
"Contactar con todos", esa frase denota espíritu de equipo. "Blogmaníacos, 2ª generación" seguía siendo una piña aun cuando varios de sus componentes se han separado en distintas clases de secundaria, e incluso en distintos centros.
Blogmaníacos 2ª generación en el preestreno de "También la lluvia" |
En una semana lo organizó todo y los trajo a clase un viernes por la tarde cuando para ellos ya no era lectivo.
Me emocioné al verlos entrar. Todos/as dispuestos/as a hacer algo juntos para ayudar a la Seño, y a otra persona a la que quieren mucho...
Me contaron sus cuitas: -"¡Qué diferente es el instituto a esto!" -"¡Cómo echamos de menos Blogmaníacos!"
Me explicaban aspectos de sus nuevas clases y, creedlo, llegué a decir: -"¿Pero qué han hecho con vosotros?"
El tema de la enseñanza en secundaria, con honrosísimas excepciones, es un tema para tratar aparte, pero no es ese el objetivo de esta reflexión... Supongo que lo mismo dirían los de Infantil respecto a los de Primaria... C´est la vie! que dirían los franceses.
Cuando encendí mi cámara y volví a grabarlos, como tantas veces he hecho, volví a reconocerlos en todo su genio y figura. Unos hablaban sobre la marcha, las palabras les salían solas...Otros escribían primero en mi mesa el mensaje que querían transmitir...Todos lo hicieron estupendamente, faltaría más.
Y yo pensaba que algo debía de quedarles de nuestros dos años de camino juntos. No sé si aprendieron más o menos matemáticas, o lengua, o..., pero estaba claro que aprendieron a ser grupo, a tener objetivos comunes, a valorar las mismas cosas, a agradecer a los que virtualmente les ayudaron en su recorrido por la red y por la vida.
Yo dudo de que esas cosas se puedan medir en el informe PISA de turno; lo que pone en entredicho su supuesta utilidad para mejorar la educación (simple instrucción para ellos). Si cosas tan importantes como ésta no pueden ser evaluadas, pesadas, medidas y percentilizadas, ¿qué sentido tiene intentarlo con todo lo demás?
No necesito un ranking para guiarme. En primer lugar porque los obstáculos que tenemos que salvar en nuestro camino hacia la madurez como personas no coinciden para nada con los de PISA; en segundo lugar, porque como dijo Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mis circunstancias" , y dada esa premisa incontestable, elaborar esos informes de criterios homogéneos es tan simplista que me produce sonrojo pedagógico, como diría una muy buena amiga mía.
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